- El café de hoy
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Dice el refrán popular que entre gustos no hay disgustos. Sin embargo, existen ciertas características que nos permiten reconocer un buen café.
A veces no se trata solamente de tomar café por tomarlo, se trata también de aprender a disfrutar de esta maravillosa bebida bajo otras perspectivas para hacer del placer algo que también podamos comprender.
Vamos al grano…
De entrada podemos decir que no hay duda de que un buen café debe provenir de buenos granos. Por fortuna, para todos los que habitan en Colombia, los granos de nuestro bello país son actualmente un referente mundial en términos de calidad y sabor. Se trata de una cuestión privilegiada debido a las condiciones geográficas de nuestras tierras (zona tropical de alta montaña) y, claro está, al arduo y minucioso trabajo de nuestros campesinos.
Tratar de resumir en solo unas cuantas palabras todo el conocimiento que gira en torno al tema del café sería como tomarse un café muy aguado… quedaría la sensación de que mucho del cuerpo y sabor brillaron por su ausencia.
Sin embargo, en esta ocasión repasaremos algunos aspectos básicos que se deben tener en cuenta a la hora de calificar un buen café típico colombiano.
Cabe recordar que son muchas las variedades de café alrededor del mundo. No obstante, y en nuestro contexto local, el Arábica es la especie predominante en nuestras tierras.
Ya con un poco de contexto en mente podemos empezar a trazar las bondades y características primarias que debería tener un arábigo colombiano el cual, en su presentación tradicional, debe ser de sabor suave, con alta acidez, cuerpo balanceado y fuerte aroma.
Si por el contrario lo que buscamos es un sabor más fuerte para los sentidos, el café de denominación fuerte sería el ideal en el que el sabor y el aroma se intensifican mientras que la acidez baja, permitiendo conservar por más rato en el paladar todo el sabor del grano.
Para los que prefieren un poco más de equilibrio a la hora de saborear una buena taza, presentaciones de café tipo medio brindan ese balance de cuerpo, aroma y acidez medios.
En cualquiera de los casos mencionados se deben tener muy en cuenta los diferentes grados de tostión dependiendo del sabor que se prefiera y, a la hora de la preparación, emplear agua de excelente calidad para no afectar el resultado final. También es importante la temperatura de esta, debe estar en punto de ebullición para que las partículas aromáticas y de sabor puedan ser liberadas de manera correcta.
Sobra decir que los elementos que usemos para la preparación de nuestro café, como cucharas, tazas, ollas, filtros o cafeteras, deben estar completamente limpios y libres de impurezas.
Ante las dudas, solo basta recordar las célebres palabras del político francés Talleyrand cuando afirmaba que “Un buen café debe estar caliente como el infierno y ser negro como el diablo, puro como un ángel y dulce como el amor”.
¿Vamos por un café?