- Cultura cafetera
Grupo empresarial Nutresa Industria colombiana de café
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Como sucede con casi todo lo que nos rodea, existe una historia detrás de cada cosa, un sinfín de causas que permitieron tener o disfrutar de aquello hoy, en el presente. El café, su origen, su trashumancia a través de tantos territorios a lo largo de los siglos, es una historia que como Apasionados por el Café debemos conocer. No tanto porque pueda marcar una diferencia en nuestra forma de disfrutar una taza caliente de esta bebida, sino por permitirnos valorar, mirando en retrospectiva todo lo que tuvo que suceder, el tener entre las manos una taza de exquisito café colombiano.
En este artículo queremos contarte la historia de todo lo que ocurrió para que hoy los colombianos podamos ser amantes y grandes productores de café.
En un lugar de África llamado Abisinia, que hoy conocemos como Etiopía, comenzaron hace cientos de años con el cultivo del café. Cuenta la leyenda que un pastor llamado Kaldi llevó a sus ovejas a pastar al campo. Estas empezaron a comer los frutos y las hojas de una planta que Kaldi jamás había visto. Y de tanto comerlas comenzaron a comportarse extrañas.
El pastor, entonces, las probó y tuvo un brote de éxtasis y energía que quiso compartir con un sacerdote. Este hirvió el pequeño fruto en agua y se encontró con un sabor amargo y desagradable, por lo que echó las demás semillas al fuego. Pero mientras se quemaban el recinto fue invadido por un olor que maravilló al sacerdote, lo que lo llevó a experimentar más con este fruto para finalmente conseguir resultados prometedores.
Esta historia continúa con un peregrinaje larguísimo a través de los años y los territorios del medio oriente. De Etiopía el café se desplazó a Arabia y a la India. Y gracias a diversos procesos de colonización, comercio y cruces culturales, el café se abrió camino a través de Europa, hasta llegar a Holanda y Francia, de donde se dice fueron los encargados de traer el café a Colombia, pasando primero por Venezuela en la época del Nuevo Mundo.
El café, al llegar al territorio de la Nueva Granada, cayó en manos de los Jesuitas que fueron, en gran medida, los encargados de popularizar la siembra de este.
No son muchos los testimonios escritos que hablan sobre estos hechos. Uno de los primeros fue el del sacerdote José Gumilla, quien en su libro titulado Orinoco Ilustrado habla sobre la presencia de esta planta en las tierras del oriente.
Otro fue un informe que presentó el arzobispo Caballero y Góngora a las autoridades de la Corona Española notificando la presencia de este cultivo en diferentes partes de Boyacá y Santander.
Sin embargo, el más pintoresco y conocido es el del sacerdote Francisco Romero, a quien se le atribuye la expansión del café en el territorio colombiano, pues se dice que él, tras la confesión de sus feligreses, les ordenaba de penitencia plantar semillas de café en el Norte de Santander.
Todo aquello ocurrió durante el periodo del virreinato español, antes de la independencia. Fue a lo largo del siglo XVIII y comienzos del XIX que el café se expandió a través del territorio para que finalmente, en 1835, 10 años después del cese bélico que conllevó a la fundación de la república, se empezara a comercializar este producto internacionalmente, comenzando así una carrera que terminaría, siglos más tarde, posicionándonos a la cabeza de una extensa lista de países productores de café.
En la segunda mitad del siglo XIX el cultivo y la exportación de café se volvió masivo, pues la mayor parte de los caficultores eran grandes hacendados, latifundistas que dedicaron todas sus tierras a la producción del café.
Sin embargo, con la llegada del siglo XX el precio del café se devaluó vertiginosamente, lo que afectó a los hacendados, pero a su vez benefició a esos pequeños productores opacados por los gigantes terratenientes.
La Guerra de los mil días devastó el territorio y su espíritu, lo que llevó a una crisis económica que se dilató, a finales de los años 20, con La Gran Depresión. En 1927 se fundó la Federación Nacional de Cafeteros para estandarizar el cultivo de café en Colombia y así pujar en el competitivo mercado que en ese entonces México, Brasil y Guatemala encabezaban.
Las nuevas tierras colonizadas por el café a mediados del siglo XX (Antioquia, Tolima y El Valle del Cauca) y las políticas adoptadas por la Federación que hicieron del pequeño productor un actor activo, consolidaron las bases de un futuro prometedor para el café en Colombia.
Ya a finales de 1960 Colombia era, después de Brasil, el mayor productor de café en Latinoamérica, con alrededor de 892.547 hectáreas cultivadas y 548.000 toneladas de producción.
Años más tarde el café volvería a devaluarse, esta vez para bien, cuando África entró a competir con precios bajísimos e imposibles de igualar. Esto, como se dijo, nos ayudó a dar un paso hacia el futuro, pues obligó a los países productores a dialogar y a ponerse de acuerdo para competir de una manera justa y equiparable, estableciendo una tarifa mínima por el kilo de café.
El siglo XXI, aunque comenzó mal por el terremoto de 1999 que destruyó gran parte del Eje Cafetero (principal productor de café en ese entonces) nos confirmó que la economía colombiana ya se había establecido, en gran medida, sobre el cultivo de café, teniendo el 37% del empleo agrícola dedicado a la caficultura y siendo el 4,7% del PIB nacional.
En la segunda década del siglo XXI Colombia, Brasil y México se convirtieron en los principales productores latinoamericanos, acaparando el 57% de la producción en el continente.
Hoy en día, Vietnam, Brasil y Colombia son los mayores productores de café a nivel mundial con el 70% de la producción total. Colombia, por su parte, exporta anualmente alrededor de 13 millones de sacos de café y se ha convertido en uno de los países insignia no solo por la cantidad, sino por la calidad del producto que ofrece al mercado internacional.
Han pasado siglos y millones de historias han sido necesarias para que el café en Colombia sea lo que es hoy para nosotros. No solo una de las bases de nuestra economía, sino una bebida que los Apasionados por el Café disfrutamos día a día sin saber todo lo que tuvo que pasar para que, en la comodidad de nuestras casas, podamos deleitarnos con su sabor y exquisita fragancia.
¿Conocías la historia del café? ¡Háznoslo saber a través de los comentarios y dinos qué te pareció esta crónica del café colombiano.